Migración a Mexico

Entre julio de 1936 y marzo de 1939, se desarrollaron movimientos migratorios compuestos por exiliados que habían luchado a favor de la república y que tuvieron que abandonar España, junto con sus familias, tras la represión sangrienta puesta en marcha por el ejército nacionalista. Se calcula que los españoles que se trasladaron en Francia fueron aproximadamente medio millón (el 2 por ciento de la población total). Entre abril y diciembre de 1939 la mitad de los fugitivos decidieron volver a España. Entre los que cambio, eligieron no volver, algunos fueron a América Latina, otros de la Segunda Guerra Mundial, fueron movilizados en las industrias bélicas francesas o se alistaron en la legión extranjera y en el ejército francés con el propósito de luchar contra los nazis.

El país que se mostró más solidario con los exiliados fue México, que no reconoció el régimen de Franco hasta que España no regresó a la conferencia de democracias, pero
otros países (europeos y latinoamericanos) también abrieron las fronteras y acogieron a los refugiados.
Numerosas universidades, especialmente sudamericanas y centroamericanas, permitieron a intelectuales y científicos españoles de reconocido valor de continuar sus estudios y de poder enseñar regularmente. Esto representó por un lado, un daño sustancial en España y, por otro, un enriquecimiento para los países que dieron asilo político a intelectuales y científicos españoles, haciendo progresar su nivel cultural  y académico.

Pio del Rio Hortega

Un ejemplo de emigrante español de esa epoca es Pío del Río Hortega, médico e investigador, cuando empezó la Guerra Civil, ya era un reputado médico especializado en el sistema nervioso, gran exponente de la Escuela Histológica Española. Esto le permitió obtener un puesto en el servicio de neurocirugía del Hospital de la Pitié de París en 1936, otro en la Universidad de Oxford en 1940 y, después, fue director del Laboratorio de Investigaciones Histológicas e Histopatológicas de Buenos Aires. Allí, aunque murió apenas un lustro más tarde, hizo otra gran contribución a la ciencia: demostró el carácter neurológico de las células satélite que envuelven a las neuronas de los ganglios sensitivos y del sistema nervioso vegetativo. 

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